sábado, 7 de mayo de 2011

AMBULANTES DE LA CALLE (ENSAYO NARRATIVO) - AUTORES: ROGELIO ESPERILLA ALVARES Y YESICA HUAMANVILCA PACHA

¿QUÉ SON DE LOS AMBULANTES DE LA CALLE?


 
¿Qué son de los ambulantes de la calle? Es un ensayo narrativo que relata acerca del qué hacen, comen, venden, dónde viven ellos y las situaciones que los motiva a salir a las calles. Estas personas de distintas edades y con actitudes diferentes son como el día y la noche; es decir, siempre están presente todos los días en nuestro alrededor; en los vehículos, parques, plazas, en las puertas de las iglesias, plazoletas, por las tiendas comerciales y lugares donde hay bastante concurrencia de la muchedumbre, buscando algo que comer, sobrevivir o llevar un pan casa.

Como es de pensar, mucho de estas situaciones suceden en nuestra sociedad, aquí mismo en Sicuani (Cusco) y no son asistidas integralmente, a pesar de que existen muchas ONGs e instituciones de apoyo pública. Las razones son muchas; mala disposición económica, sin toma de interés… y nadie concretiza ello en nuestro país sabiéndose que existe donaciones y fondos de apoyos extranjero destinadas para tales fines.
Asimismo, los candidatos de hoy, por ejemplo prometen, como muchos quizá con mañana se olviden quedando en palabras nuevamente y no en hechos. Es hora de que alguien tenga que gritar y decir que el país progresa solo en algunas minorías y empobrecen en muchas mayorías; y pues, demos mano de apoyo a los que podamos y veamos por conveniente alcanzar en nuestra pasantía de existencia.

Desde niña, mi madre me enseñó a ser caritativa y apoyar en lo que podía y doy gracia a Dios por darme un corazón grande y solidario. Y asimismo, apoyo a mi familia en una microempresa comercial los días que dispongo de tiempo. Es más me gusta atender a las personas y me hace bien comunicarme y ver muchas realidades que los expresaré a continuación.

En una tienda, en una avenida transitada por clientes estoy yo sentada en una silla y vendiendo productos de primera necesidad, donde encontré la realidad que muchas personas que quisieran esconder o no conversar del tema y prefieren tapar el sol con un dedo. Pues, después de algunas horas de venta por el día, de pronto se acerca una niña mal vestidita y sucio llamada Lucia; diciéndome:

- ¡Señorita cómpreme papel higiénico!

En ese momento un recuerdo de la niñez de mí vecinita que también vendía en la plaza de Sicuani y por el terminal terrestre resaltó en mi mente, pues mi madre y yo siempre lo apoyábamos en lo que podíamos, ¡mami Lucia dice que no comió, invítale, si! y hoy es una enfermera que trabaja en Canas. Pero pasado unos segundos retomé del recuerdo, acaricié en su cabecita a la niña; luego le dije:

- ¡Sabes me recuerdas a una amiga vecinita que jugaba cuando era niña algunas veces y hoy está bien!

Además, tienes que estudiar bastante para que dé grande seas algo más en la vida, ¡sí! y luego le compre un parcito de rollo de papel y se fue.
Después de ese encuentro, no a más de treinta minutos apareció un ancianito de avanzada edad con un platito en mano que me pedía en quechua:

- Imallaykipas puchurisunkichu, arruschayki, azucarchayki urpi (Si me sobraba alguito de arrocito o azúcar, señorita).

Al verlo me dio mucha tristeza y pensé si habrá comido, también pensé algo de la etapa de la vejez al que ningún mortal escapa, y le di algo de lo que siempre sobra en este negocio y el vetusto se fue emitiendo una sonrisa y agradeciendo bastante.

- Hanaq pachapi taytanchis, sumaqta vindisqaykichista qhawarichun.
(Que el Dios el creador vea y vele tu negocio a prosperidad)

Así, durante todo el día venían y pasaban muchos niños, jóvenes, ancianos cada uno con una historia distinta y con un producto diferente que ofrecer. Era de ese día, un sábado, de muchas acciones voluntarias en lo que se podía apoyar.
Luego, cerramos el puesto de trabajo con mi madre y a larga caminata pasábamos por el mercado de la Bombonera; y un vigilante acompañado de un serenazgo, arrastrando a un anciano que deseaba descansar por allí de una manera alterada y con palabras groseras. Me acerqué con un poco de miedo a exigirles de que no lo traten de ese modo y que le digan de buena manera o que le digan dónde pueda ir. Estos me respondieron:

- Ese viejo andrajoso no hace caso, ensucia y puede robar, no se meta, sabemos lo que hacemos y el anciano expreso:
- ¡No…! No soy un ladrón, me voy a otro lado y se marchó cabizbajo y despreciado como si nadie lo había entendido con dirección a Rosaspata u otro lugar de por allí.

En ello yo y mi madre comentábamos que el municipio debe apoyar a las personas que necesitan realmente; con un lugar dónde pernoctar, que le den algo de comer y que a los más pequeños les den una educación productiva como; zapatería, ayudante de carpintería, soldadura, tallado de madera y similares con la que se puedan sustentarse a sí mismo y a su familia.

Transcurrido la noche fría y al día siguiente, abrimos la tienda un poco más tarde, y en ellos en plena llovizna intensa aparece un niño de once años de edad, muy pequeño y delgado; llevaba el busito mojado hasta las alturas de las rodillas como si hubiera cruzado el rio Vilcanota, con una chompita muy delgada y con los cabellos enmarañados por la lluvia; quien temblaba de mucho frio y con una voz sofocada dijo:

- ¡Cómprame dulces! o pésese tengo una balanza a solo diez céntimos. Y le pregunte admirada:
- ¿Dónde está tus padres criatura? ¡estas bastante mojadito!, el niño lloroso y de miedo respondió:
- ¡Mi papá murió y mamita está enferma!, ¡nadie nos ayuda! ¡a veces no comemos! ¡en la escuela piden plata para copias, libros, ya no voy!...

Después de escucharlo y comprenderle le colabore con dulcecitos y me pesé para ver si había aumentado de peso y le invite un platito con comida. Al terminar con ello le dije:

- ¡Fuerza muchacho, tú eres el hombre de la casa, ahora tienes que trabajar para ayudar a tu mamá! y él me respondió:
- Muchas gracias no había comido esta comidita rica, muchas gracias.

Una vez retirada el niño se fue aparente calmado y aliviado, pero al voltear su carita y mojadito, había un sentimiento completamente llega de melancolía y tristeza. Ello me embargaba y tenía ganas de llorar, gritar y decir ¡basta! ¡basta! y ¡basta! de esta realidad desorganizada y olvidada; dónde y para quienes es la verdadera educación gratuita, ¡habrá!, si hay cobros, dónde y para que familias es el apoyo estatal de los cien nuevo soles y otros. Se habla de pensiones para jubilados y pensión del 65, por hoy en voz de candidatos presidenciales, pero ¡quién! y ¡quién absolutamente! Piensa en los niños huérfanos, quienes también padecen de hambre, enfermedades, necesidades y sin oportunidad muchas veces de estudiar. Asimismo, para quiénes son las becas que otorga el estado, sólo familiares de ese círculo político y social, ¡al parecer! y así se dice que el Perú avanza en educación, solo alfabetizando y más no atendiendo las necesidades a raíz y en su momento oportuno como son los niños por ejemplo.
Al día siguiente volví a la tienda ya con los antecedentes de apoyar siempre a lo que podía y no incomodarme con ellos. La vida me iba enseñando a pesar de la asquerosidad, comparaciones y habladurías de los comerciantes del lado:

- ¡Debes de votarlos o echarles agua a esos cochinos! Y les decía.
- ¡disculpa pero no le están pidiéndola usted! Y se quedaban calladas.

Frente a ello estaba mis acciones humanas y sentía que mi alma estaba tranquila al comprenderlos siempre o apoyarlos en lo que pudiese. Pero a la vez también pedía a algunos moradores que busquemos al alcalde de turno de aquella vez el flamante Dr. Velásquez, quien nada realizó por los niños de la calle, y que cerraba sus puertas al diálogo, quizá porque le parecía algo secundario o porque quizá no le interese. Lo cierto es que las personas de bajos recursos económicos realmente necesitas merecen un respeto por la dignidad humana escrita en los DD. HH de 1948, y que no pongan escusas como algunos albergues de que están copadas o simplemente no aceptan por las condiciones de enfermedad que tienen muchas de estas personas, o se cargados de trabajo, tras dialogar con responsables de una posada conocida en ciudad Sicuani.

En fin, desde una idea quizá así como se reconoce muchos derechos como la del niño, de la mujer del hombre, e incluso de la naturaleza, realmente se trate y se ponga hincapié en atenderlos, pues lo escrito y no realizado no son iguales. Pues las familias ambulantes padecen y salen a causa de enfermedades sean directas o indirectas, por la necesidad de comer, por la necesidad de sobrevivir, por la necesidad de estudiar, y trabajando en lo que se pueda sin miedo alguno, son un orgullo a morir en su intento. Y debería ser honra para muchas jóvenes y personas antes de ser quizás asesinos, delincuentes y grandes patologías sociales que al no ser atendidos a tiempo terminar haciendo daño a muchas familias. Todo mal se cura o tiene un mejor tratamiento a tiempo y Ud. lo cree y ya no espere, si no ayude y cambie la cara de este pueblo, de esta ciudad y busque la mayor enseñanza del señor, que es la de compartir.
                                                                             
                                                                                  FIN
AUTORES:
 ROGELIO ESPERILLA ALVARES y
 YESICA HUAMANVILCA PACHA

DEDICADO PARA ESTUDIANTES LECTORES REFLEXIVOS Y PARA LOS QUE BUSCAN ENTRETENIMINETO LECTOR.








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